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Cada año, en nuestro país, se cuentan por miles las desapariciones de personas y las estadísticas hablan de cientos de miles las que desaparecen en todo el mundo. La mayor parte de estos casos se resuelven en poco tiempo porque suelen ser desapariciones voluntarias. Sin embargo, existen otras desapariciones, sin causa aparente, que no llegan a resolverse, ni tan siquiera se puede averiguar cuáles pudieron ser los motivos que motivaron la desaparición o no se consigue ninguna pista para poder encaminar la investigación con éxito.
Cuando un ser querido desaparece, para sus familiares y amigos el mundo se desmorona. A su desesperación por la inesperada pérdida, se une la impotencia y la angustia. Todo a su alrededor se altera, las ideas se presentan confusas y la incertidumbre sobre su situación hace que, a veces, se tomen decisiones que pueden incluso perjudicar la investigación para intentar averiguar su paradero. La tristeza y la depresión suelen ir unidas a estos casos y dicen muchos familiares próximos que esta zozobra es incluso peor a la de perder a un ser querido.
Aunque resulte extremadamente difícil, hay que tratar de mantener la esperanza como elemento fundamental para conseguir tomar las decisiones adecuadas en cada momento, con el fin de alcanzar el objetivo que se busca: hallar a la persona desaparecida.
Desde este blog damos las gracias a todos los profesionales y otras personas sensibilizadas con esta causa, que han prestado su tiempo y esfuerzo a la búsqueda de personas que han desaparecido.
El primer y más importante consejo para todas aquellas familias a las que ha desaparecido un ser querido es: luchen y esfuércense al máximo.
Hoy sabemos, por experiencia, que si la familia dispone de tiempo y de información, aumentan notablemente las posibilidades de que se aclare la situación.
Nuestro leal saber y entender están a su disposición para quien realmente los necesite.